
La étiqueta del low cost en Google como símbolo del recorte y abaratamiento político, social, y económico
El abaratamiento de la política forma parte del fenómeno low cost que ha invadido nuestras vidas, y que básicamente consiste en popularizar la idea de sustituir la calidad por lo más barato. Un proceso de devaluación en todos los órdenes, y no solo en lo político.
No es casualidad que la pérdida de prestigio, credibilidad e influencia de los políticos, medios de comunicación e intelectuales sea consustancial con este fenómeno. Cuando prima la demagogia y el ruido mediático sobre la calidad del debate político e intelectual, este se abarata y devalúa.
Se reclama una enseñanza de calidad, al mismo tiempo que se pide rebajar las notas y se eliminan las evaluaciones más exigentes. Mientras se devalúa la enseñanza se demandan trabajos de calidad. Una contradicción. Se exigen servicios de calidad mientras bajan los sueldos y aumentan las ofertas de low cost. Un imposible.
El low cost además de una etiqueta comercial es hoy un fenómeno sociológico. Se denuncia que en España prima la televisión basura. Y ¿por qué ocurre esto? Porque es la más barata. No se puede tener una televisión de calidad a precio de saldo.
Como no se puede esperar una sociedad que valore el conocimiento, la ética, y de actitud crítica, mientras se pierden los valores. Por eso se presentan como debates lo que solo son polémicas. Es más fácil y barato polemizar que argumentar con la razón. Es más fácil y barato hablar de oídas que dedicar tiempo y esfuerzo a documentarse. Las sociedades no progresan si aspiran a lo más barato en lugar de aspirar a la mejor calidad. Retroceden, se devalúan.
Lo que esconce el mensaje de low cost
Lo que esconde este mensaje es popularizar lo barato para que la sociedad digiera su proceso de devaluación material y de calidad de vida en la que está inmersa desde que estalló la crisis hace una década.
El empobrecimiento de las clases medias es el resultado de ese proceso. Pero gracias al low cost los ciudadanos viajan más, se consume más, y se crea actividad y empleo, aunque sea en peores condiciones y se haya deteriorado el nivel de vida.
Cualquiera que lea el informe de la OCDE sobre la desigualdad (Noviembre 2016, Income Inequality Update) puede ver como las estadísticas confirman este proceso. Lo que políticamente es uno de los mensajes-eje de los populismos de toda condición para ganar apoyos entre los que se sienten perjudicados por la desigualdad. No solo económica sino de todo tipo, porque en el mensaje de la desigualdad entran, por ejemplo, los emigrantes con contratos más baratos -o sin contratos.
Lo barato siempre es caro y se paga en calidad de vida, en progreso, y en resentimientos sociales al aumentar las desigualdades. Eso es a lo que conduce y representa la teoría del low cost.
AS © 2017
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