Europa no sabe lo que quiere (o su identidad negativa)

Claves de hoy para las elecciones del 25 de Mayo y el futuro europeo

Imagen de Antxón Sarasqueta¿Se imagina alguien a los presidentes de Estados Unidos, Rusia o China confesar que no tienen ambiciones geopolíticas?

Pues eso es lo que acaba de declarar el presidente europeo, Herman Van Rompuy, en plena recta final de las elecciones al Parlamento Europeo. “La Unión Europea no tiene ambiciones geopolíticas”, ha dicho el presidente del Consejo Europeo en una entrevista al diario alemán Rheinische Post, y que ha sido reproducido por los principales medios germanos.

Lo ha dicho en relación con la crisis de Ucrania y como mensaje “tranquilizador” dirigido a Vladimir Putin, como si al presidente ruso le frenaran ese tipo de declaraciones.

¿Una Europa sin ambiciones geopolíticas en una realidad global donde por definición la geopolítica cuenta todo? Son mensajes que delatan un estado de confusión y debilidad de Europa, y que se está reflejando en la campaña electoral y en la percepción de la opinión pública en todos los países.

Pero la clave está en lo que representa tal confesión del presidente europeo. ¿Cómo va a competir la empresa y la fuerza laboral europea en el mundo sin una geopolítica y un ambicioso liderazgo europeo.

El director general de la Federación de Industrias de Alemania (FGI), Markus Kerber, explicaba en la CNN mucho mejor que Van Rompuy lo que significa para países como Rusia, China y otros, vivir y competir en un mundo global: la libertad de mercado implica aceptar las reglas de la democracia. “No cabe una cosa sin la otra”, sintetizó. Recordando que Rusia no puede volver a prácticas anteriores a la destrucción del muro de Berlín – “que estaba detrás de mí”, añadió de forma ilustrativa mientras los espectadores contemplaban la entrevista que tenía de fondo la Puerta de Brandenburgo de la capital alemana, donde estuvo el muro que simbolizó la guerra fría y la frontera divisoria entre el totalitarismo comunista y la democracia liberal.

eleccioneseu1Para ganar votos al Parlamento Europeo, Cameron anuncia un referéndum para salir de la UE

¿Cabe mayor paradoja? Dias atrás era el primer ministro británico, David Cameron, quien para ganar votos tenía que recurrir de nuevo a la promesa de celebrar un referéndum en 2017 para que los ciudadanos decidan si mayoritariamente quieren salir de la UE. Incluyendo la promesa populista de dimitir si no lo consigue, cuando ni siquiera sabe si ganará las elecciones de 2015. Hoy mismo el diario escocés The Herald publicaba una encuesta cuyo titular ocupaba cinco de las seis columnas de primera página: “Siete de cada diez escoceses apoyan la política de Ukip sobre inmigración”. Ukip es el partido británico anti-EU que va en cabeza de las encuestas electorales.

Ayer era el diario francés Le Monde quien destacaba en los resultados de su encuesta que “el proyecto europeo no es mayoritario en Francia”. Añadiendo que “solo el 39% de los franceses juzgan que la UE es una buena opción”. Hoy es la prensa italiana la que destaca las palabras del presidente de esa república, Giorgio Napolitano, alertando del “riesgo del populismo”, mientras que a su lado el Corriere della Sera publica en primera un largo artículo de título muy expresivo: “Una campaña vergonzosa”.

Son escenas electorales muy representativas del estado de Europa, su opinión y la falta de liderazgo de un proyecto ambicioso y de futuro. En España el 67% de los encuestados afirma que en su voto influirá más su decisión sobre los temas relacionados con la situación política nacional (encuesta del CIS sobre las elecciones europeas, nº 3022). Entonces, ¿para que van a debatir los partidos sobre Europa si los ciudadanos dicen que van a decidir en función de la política nacional? Y eso ha hecho de esta campaña la peor de todas de las seis celebradas en España desde 1987.

La identidad negativa: cuando los propios europeos sienten Europa como amenaza

Este peligro lo exponía literalmente el presidente de la UE, Van Rompuy, en la citada entrevista: “Es muy preocupante que cada vez más personas parecen percibir Europa como una amenaza”. Aclara Van Rompuy: “Cuando la gente comienza a definir su identidad negativa – como la segregación de los inmigrantes – entonces se convierte en peligroso”. “Debemos hacer de Europa una vez más algo positivo por lograr el éxito en la creación de crecimiento y empleo”, añade.

Pero a los gobernantes no se les exige solo un diagnóstico y visión intelectual certera -y la de Van Rompuy lo es- sobre lo que es o debe ser, sino de lo hecho y de lo que se comprometen a hacer. ¿Que han hecho los gobernantes e instituciones europeas para que el resultado sea que el propio presidente de la UE vea con claridad la identidad negativa de Europa como amenaza?

La historia de la construcción europea está basada en un proyecto de unidad, libertad y progreso, que implica una posición y liderazgo democrático en el mundo. Ese proyecto no está presente en el debate europeo de hoy, y eso hace que Europa esté en crisis. Cuando no se sabe lo que se quiere se acaba en cualquier parte.

eleccioneseu2Por eso el común denominador de los países es la paradoja entre una apuesta por lo nacional al tiempo que no renuncian a Europa. El 73% de los franceses afirman que “el euro es una buena idea”, y en la misma encuesta de Le Monde el 54% dice que la moneda única presenta “más inconvenientes que ventajas para Francia”. Los españoles -y la mayoría de los países- viven en la misma contradicción un tanto esquizofrénica: la mayoría piensa que la política europea nos afectará más que ahora (54%), pero como hemos visto son más los que dicen que votarán en clave nacional, y muchos más (76%) los que dicen que siguen con poco o ningún interés la campaña electoral.


Un nuevo liderazgo para superar el efecto ‘esquizo’

Guido Bruner, antiguo alcalde de Berlín durante la época de la guerra fría, y uno de los mejores embajadores alemanes en Madrid durante la transición española, era una buena cabeza intelectual y política, aunque su imagen fue empañada en la última época por casos de corrupción. Ya sin tener ningún cargo y disfrutando de un buen almuerzo en su casa de Chamberí, me contó su teoría del ‘efecto esquizo’ en la política. Consiste en la masa de mensajes políticos entrecruzados que conducen a un estado de opinión esquizofrénico, y que debilita extraordinariamente a los países y a Europa.

AS © 2014

Ver también ‘Elecciones 2014: el voto del rechazo pasa a ser la tercera fuerza europea

 

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