De la esperanza del cambio a la crisis del sistema

En 2011 los españoles dieron la mayoría absoluta al PP con la esperanza de un cambio, y menos de tres años después los resultados de estas elecciones europeas han constatado la realidad de un agudo proceso de crisis de la democracia española.

En estas elecciones europeas los dos partidos mayoritarios del gobierno y la oposición (PP y PSOE) han perdido más de cinco millones de votos y diecisiete escaños respecto a las últimas celebradas en 2009. Esto ha llevado a hablar de crisis del bipartidismo. Análisis que también se hace en otros países europeos por la caída de populares y socialistas, que en conjunto han perdido setenta escaños y más del 8% en el Parlamento Europeo. Pero esta es una lectura superficial. Lo que está en crisis es el sistema, y la debacle de los partidos mayoritarios es consecuencia de ello.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Involución, no regeneración

En la última década España ha vivido un proceso de involución democrática que está en el origen de estos resultados. Un proceso que no se deriva de la crisis económica sino de políticas antidemocráticas y que tienen siempre como resultado la crisis del sistema democrático. Hagamos memoria con algunos casos muy ilustrativos.

En 2004 no había estallado la crisis económica, y se firmó el Pacto del Tinell en el que socialistas, comunistas y nacionalistas se comprometían a echar al PP de las instituciones y a impedir que gobernase. Todo ello estuvo acompañado durante los años siguientes de actitudes, decisiones, y comportamientos en esa dirección antidemocrática. De hecho se acuñó la expresión “cinturón sanitario” como mensaje representativo de ese planteamiento totalitario. ¿Puede haber algo más antidemocrático que desplazar del sistema y sus instituciones al partido más representativo del centro-derecha español? ¿Puede haber algo más antidemocrático que romper el llamado día de reflexión electoral y atacar las sedes del PP como hicieron el PSOE y toda la izquierda?

resultadosFueron la mayoría de electores los que avalaron esta política porque en 2008 volvieron a elegir ese modelo socialista de Zapatero. El resultado no podía ser otro: siguió la inercia de la involución democrática. Producto de esta involución democrática es que los terroristas estén en las instituciones, que se viva un proceso de ruptura de España desde las propias instituciones del Estado, como ocurre en Cataluña, o que todos los partidos, organizaciones sindicales y empresariales estén inmersos en casos de corrupción, no tiene que ver con la crisis económica. Es la viva imagen de un proceso de crisis del sistema, deslegitimación de la democracia y de su autoridad.

El cambio frustrado

La democracia es un sistema de naturaleza regeneracionista, y cuando es el propio sistema el que impide su regeneración, el sistema entra en crisis.

En 2011 los electores españoles expresaron un mensaje rotundo de cambio y dieron al PP una mayoría absoluta para gobernar. Pero el cambio solo ha sido económico, y no social ni político.

En la opinión pública han calado casos como el de la justicia, que en lugar de reforzar su independencia, los partidos han acabado con ella. Son ello los que ponen y quitan a los miembros del Poder Judicial

Al no producirse una regeneración del sistema y recaer la crisis económica en los ciudadanos, los resultados electorales reflejan el descrédito y desconfianza. Por eso la corrupción y la desafección política no han parado de crecer en las encuestas cuando se les pregunta a los españoles por los principales problemas del país.

Recordémoslo: después del paro y la economía, la corrupción (36%) y los políticos (26%) son considerados hoy por los españoles los principales problemas (CIS, Abril 2014). En 2004 estaban por debajo del 1%.

Dias antes de las elecciones el Club Rotary de Madrid me invitó a dar una conferencia sobre las elecciones europeas, y en ella señalé este proceso y sus resultados, que se han visto confirmados. Al finalizar, algunos de los asistentes me comentaron que el análisis les había producido un cierto desaliento. Pero que le vamos a hacer, la realidad se impone con una lógica aplastante.

La reacción necesaria

¿Cabe pensar ahora en un cambio de rumbo y en un proceso de regeneración democrática en España? ¿Surgirán de estos resultados un cambio europeo capaz de liderar un nuevo proyecto para la UE? Sería deseable, pero la realidad es que los dos principales partidos no han hablado de ello. De hecho han apostado en España y Europa por el mensaje del miedo. El miedo a lo que podría pasar si no se les votaba a ellos. El resultado está a la vista. Su campaña para movilizar ha desmovilizado a sus propios votantes. El miedo no genera ni ilusión ni esperanza.

La reacción necesaria es de los que creen en las ideas, los valores, y la defensa de la democracia liberal, que es la única democracia auténtica. Cuando el sistema democrático y de libertades está en crisis, si no se reacciona a tiempo termina perdiéndose. Cuando se llega tarde a defender un sistema de libertades, la libertad ya no existe. Por eso en sus ensayos sobre la libertad Isaiah Berlin nos prevenía sobre “la inevitabilidad histórica”. AS © 2014

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