El gobierno de la información

Para gobernar una nación o una empresa en la sociedad de la información hay que saber y poder gobernar la información. Conocer su sistema, como funciona, su capacidad de alterar los tiempos, los espacios, la orientación y percepción de las cosas. Saber utilizar el potencial de los propios recursos de información, poder descodificar la masa de mensajes que diariamente trazan una realidad que penetra en la sociedad, los mercados, y la psique de la opinión pública. Porque todo ello es lo que determina el resultado final de las cosas.

En la crisis sistémica y crónica que viven desde hace cinco años España y la Unión Europea, el gobierno de la información es determinante. Es lo que hace ganador o perdedor a gobiernos y empresas, sobre todo en términos de futuro inmediato, porque la realidad global tiene un eje-motor que es el sistema de información.

Con frecuencia me preguntan, sobre todo a raíz de mi último libro Somos información. La nueva ciencia de lo intangible, qué estrategia de información tienen tal gobernante o empresa. Especialmente sobre los que arrojan malos resultados. Y en todos estos casos el patrón es el mismo: carecen de modelo de información. Y todo gobernante o empresa que no tenga su propio modelo de información queda al albur de los acontecimientos.

Las consecuencias de una España rota, débil y barata

España sigue siendo un laboratorio de este tipo de cambios históricos, porque geopolíticamente reúne todos los elementos de una nación histórica importante del mundo europeo y occidental. Por eso el desafío actual tiene esa trascendencia. De una España rota, débil y barata depende el gran negocio de muchas fuerzas económicas, políticas, de la más diversa condición, y de países que saben que sus beneficios pasan por lograr ese objetivo.

Pero las consecuencias son las siguientes: la España rota es el fin del Estado-nación en una democracia liberal; la España débil es la nación sin fuerza ni influencia; la España barata es la que sus empresas más competitivas y de peso en el mercado internacional son compradas por cuatro pesetas (no por cuatro euros).

Un dato ilustrativo: entre 2007 y (agosto) 2012 la bolsa española del Ibex 35 ha pasado de los 16,000 puntos a los 7.300 (ver imagen adjunta), perdiendo más del 50%; el valor de las acciones de sus principales compañías (Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola…) han caído entre el 55% y el 70%; y hay grandes constructoras que han llegado a perder las cinco sextas partes de su capital en bolsa.

Hay que partir de esta realidad para entender que la crisis se lleva por delante todo lo que no se adapte a la sociedad de la información, implantando modelos que hacen de la información el eje-motor de su liderazgo, cultura, organización, y producción. Apostar por este cambio es hoy la gran decisión de gobernantes y empresarios.

La fortaleza y el potencial de los países, sus sociedades y empresas, parte de su capacidad para gobernar la información. Solo contando con un modelo de información se puede ir por delante de los acontecimientos, no por detrás, optimizar al máximo todos los recursos disponibles, ganar eficiencia y competitividad global, generar crecimiento y expectativas de futuro.

A.S.



 

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