Algunas noticias de hoy me han recordado un suceso ocurrido el 31 de agosto de 2005 en Bagdad, cuando mil personas resultaron muertas durante una peregrinación chií. La causa que originó el drama fue…un rumor.
Ese día un millón de personas se dirigían a celebrar un acto religioso, cuando entre la muchedumbre se extendió el rumor de que había terroristas suicidas cometiendo un atentado. El rumor provocó una estampida de la muchedumbre y en la huida fueron aplastadas las personas que en ese momento cruzaban el puente Alma sobre el río Tigris. Es un caso extremo de como una información mal gestionada, un rumor sin comprobar, puede conducir a la catástrofe.
¿Por qué mi memoria ha asociado algunas noticias de hoy a este suceso? Porque todas ellas trasladan la necesidad de saber, y acertar, en la gestión de la información, como rasgo fundamental de nuestra sociedad. Así, veo como un paciente se coloca un chaleco en la habitación de su casa cuando se comunican con él por videoconferencia desde el hospital que siguen su tratamiento. No es un chaleco al uso, aunque visualmente no se distingue a una prenda de moda. Forma parte de una nueva gama de ropa inteligente que monitoriza el estado del corazón, del pecho y la temperatura del cuerpo.
La doctora le pide que haga una serie de ejercicios con el chaleco puesto, y ve en su ordenador como responden las coordenadas del paciente. Entre los sensores integrados en el chaleco existe un electrocardiógrafo para registrar la evolución de su corazón. Es un nuevo invento de un programa de la Unión Europea, y forma parte de toda una tendencia de desarrollo para utilizar las prendas y todo lo que llevamos con nosotros, como instrumentos para mejorar el bienestar y calidad de vida.
Acabo de recibir una nueva aplicación en mi teléfono móvil en el que por un dólar puedo seguir un programa de adelgazamiento y nutrición, que a su vez me facilita el acceso a servicios profesionales para el cuidado físico personal. Los ofrece un centro especializado de una localidad de Indiana. Los teléfonos móviles están llenos de aplicaciones novedosas para todo tipo de funciones.
Ahora leo una información en el New York Times en la que relata paso a paso como utilizando ordenadores de mayor potencia y velocidad hay agentes de Bolsa que llegan a ganar millones en 30 milisegundos. Es el tiempo de ventaja que tienen los agentes que utilizan el sistema informático más veloz, antes de que la orden emitida llegue al conjunto del mercado.
Otra información del mismo diario: “Investigadores entrenan la mente para mover la materia -solo con el pensamiento”. (NYT, 21/7/09) El cerebro y el objeto físico se comunican mediante la información manipulada en las neuronas y el software integrado en el objeto.
Saber gestionar la información proporciona ventajas y es una necesidad para vivir en la sociedad de la información. No hacerlo produce los efectos contrarios. Empezando por no poder entender la naturaleza, velocidad, y profundidad de los cambios en los que estamos inmersos. Una sociedad todavía con mucho primitivismo tiene que digerir el impacto diario de adaptarse a cambios de ciencia-ficción.
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