Mi madre ha celebrado su 98 cumpleaños comiendo callos a la madrileña, que es un contundente plato de ternera, morcilla, jamón, chorizo, y otros ingredientes fuertes y picantes. Antes de pedirlos le pregunté si no le sentarían mal, y me dijo que al contrario, le iban a sentar muy bien. Y disfrutó degustando uno de sus platos favoritos. Está a punto de cumplir casi un siglo de vida, y quiero hacer de este aniversario un homenaje a mi madre, inaugurando con ello mi blog personal.
El día que nació mi madre, Maria Paz González, 17 de julio de 1911, el diario ABC publicaba una foto a toda portada con la imagen de un pase de muleta de la novillada que se había celebrado en Madrid el día anterior. El mismo día pero 98 años después, la portada del ABC proyectaba un retrato periodístico de la realidad con otros entretenimientos, noticias políticas y de sucesos, que reflejan los cambios sociológicos experimentados por quienes contemplan la historia desde la perspectiva de haber vivido el último siglo, como es el caso de mi madre. Esa perspectiva mi madre la lleva en la mirada y en su personalidad. Una mirada luminosa, que no ha variado con el paso del tiempo, y una personalidad fuerte.
Cuando hace unas fechas mi madre me preguntó por mi hijo Carlos, me dijo que hoy los jóvenes “lo tienen muy difícil”. Le quise refutar su conclusión, recordando que las personas de su generación han vivido guerras y periodos de escasez y hambre. Ella misma ha tenido que criar a cuatro hijos en esas condiciones adversas, con los recursos de una familia humilde. Mientras que ahora los jóvenes viven una época marcada por la abundancia, hasta en épocas de crisis.
Pero mi madre Paz mantuvo su opinión, basada en la complejidad: “Antes todo era más fácil porque era más sencillo, los jóvenes ahora lo tienen más difícil porque todo es más complicado”. Las palabras de mi madre me llevaron a una de mis reflexiones favoritas, que es sobre la necesidad de educarse en la complejidad, para poder hacer frente a una vida cada vez más sofisticada y compleja, en todos los terrenos. De lo contrario la vida desborda a las personas, y les desnorta.
La percepción de esa nueva dimensión de la vida se obtiene a través de lo que simbolizan los cuarenta años de carrera espacial, que los medios de comunicación celebraban, precisamente coincidiendo con la fecha del cumpleaños de mi madre. “Hace 40 años que el hombre llegó a la luna”, han destacado los medios, recordando la gesta de 1969 (al poco de fallecer mi padre).
Durante el almuerzo que tuvimos el viernes 17 de julio con mi madre en un hotel de Madrid, mi hermano Melchor y su mujer, Begoña Fernández (todos en la foto) hablamos de estas y otras cosas de la vida. Mientras la familia ausente transmitía sus mensajes de felicitación desde las provincias donde residen, o como mi mujer Blanca y mi hijo, que utilizaron el teléfono móvil para enviar una foto de los dos en Málaga, donde se encontraban, en un SMS de felicitación. Todo ello a mi madre le hizo ilusión, como le hace poder acudir dentro de unos meses a Barcelona a celebrar con su hermano Arsenio los cien años que cumple mi tío. “¡Qué cielo más azul!, ¡Qué día más bonito!”, exclamó mi madre al salir a la calle. Gozar del día es querer la vida, y si quieres a la vida, la vida te quiere a ti.