Los golpes de Estado son la mayor prueba para las democracias y su supervivencia. La transición democrática española superó el golpe de Estado el 23 de Febrero de 1981, y ahora se enfrenta a su segundo golpe contra el régimen de libertades, organizado por las fuerzas nacionalistas y de izquierdas que gobiernan la autonomía de Cataluña, en un proceso de subversión del orden constitucional.
Tres aspectos diferenciados de ambos golpes de Estado nos ilustran sobre la importancia de la respuesta del Estado, sus instituciones y sociedad, en diferentes épocas, circunstancias y el distinto signo de golpismo.
Fui testigo del primero porque me encontraba en el Congreso de los Diputados cuando las fuerzas militares de la Guardia Civil encabezadas por el teniente coronel Antonio Tejero, secuestraron al Gobierno y al Parlamento, como parte de una operación golpista para subvertir el orden constitucional. De hecho estaba hablando con el ministro de Defensa, Agustín Rodriguez Sahagún, cuando Tejero le puso un pistolón en su espalda y le conminó a volver a su escaño.
El nuevo presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, me aseguró que se aplicaría todo el peso de la ley contra los golpistas, incluidos los de mayor rango militar. Lo que así sucedió, y fueron sentenciados a cumplir largos años de prisión. Pude vivir todas las intervenciones del proceso asistiendo diariamente a los juicios celebrados en Campamento, a las afueras de Madrid . Ver crónica de un golpe de Estado
La diferencia entre los dos golpes de Estado
¿Que tiene de igual y diferente este segundo golpe de Estado promovido por las fuerzas nacionalistas y de izquierdas que gobiernan Cataluña para independizarse y romper el orden constitucional y la integridad de España?
A estos dos golpes de Estado les asemeja dos cosas: su objetivo de acabar con el régimen constitucional y tratar de hacerlo desde dentro de las propias instituciones del Estado. En el primer caso desde la institución militar, y en el segundo caso desde las instituciones autonómicas, que también forman parte del Estado.
A partir de ahí, son golpes de Estado de naturaleza diferente y opuesta. En este segundo golpe de Estado son las fuerzas nacionalistas y de la izquierda, las que después de socavar el orden constitucional desde las propias instituciones autonómicas han llegado a convocar un referendum ilegal para la secesión e independencia de Cataluña, ocupando con violencia las calles, a lo que el Estado está teniendo que hacer frente con la fuerza policial.
La escalada del proceso golpista
Tras el 1 de Octubre, fecha de la convocatoria de un referendum ilegal, España seguirá enfrentándose a una escalada del proceso de golpismo continuado y creciente de las fuerzas que lo protagonizan desde las propias instituciones. Porque se trata de un golpe de Estado revolucionario por fases y de calado popular entrelazado por una alianza de fuerzas políticas y sociales en toda España.
Son fuerzas de extrema izquierda como Podemos que apoya a los nacionalistas en su desafío secesionista, al tiempo que lo hacen los nacionalistas vascos manifestándose en la calle a favor del referendum independentista catalán, y el significado terrorista etarra, Arnaldo Otegui, es exhibido como un icono del proceso del separatismo catalán en Barcelona.
O el propio PSOE rechazando su apoyo al Gobierno en las Cortes por sus medidas contra los golpistas, y que cuando gobernaba la Generalidad de Cataluña pactó con la extrema izquierda y los nacionalistas la expulsión del PP de las instituciones (Pacto del Tinell). Lo que catorce años después hoy sigue vigente y es por lo que el PSOE apoya a Podemos para gobernar capitales como Madrid y otros centros de poder, a pesar de que la mayoría electoral sea del PP.
La democracia solo gana cuando expulsa del sistema a su enemigos
En el golpe del 23-F el gobierno y las instituciones expulsaron a los golpistas del sistema. Les enjuiciaron, encarcelaron, y les privaron de sus puestos. Si no sucede lo mismo con los principales responsables de esta segunda intentona de golpe de Estado, y siguen gobernando y controlando las instituciones autonómicas -que forman parte del Estado- será señal de que España no ha aprendido de sus aciertos ni de sus errores.
Toda democracia que no utiliza la fuerza de su ley para expulsar a los golpistas del sistema, hace que sus enemigos dispongan de los recursos del Estado para subvertir su orden constitucional.
Si los que han promovido este golpe de Estado desde la Generalidad de Cataluña y el Parlamento de esa comunidad, contra la democracia española y sus leyes constitucionales, no son enjuiciados, inhabilitados, y por tanto desposeídos de su poder de forma efectiva, seguirán alimentando su proceso golpista.
Este y no otro es el desafío de la democracia española, y al que tienen que enfrentarse sus poderes del Estado y la propia sociedad en su inmediato futuro.
AS ® 2017
Otros artículos de Antxón Sarasqueta sobre el proceso involucionista en España:
El proyecto de la izquierda para cambiar el régimen político (2007)
El modelo de crisis español (2015)
Guía del proyecto radical español (2000-2016)
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