El desafío en curso

En su libro ‘Mundos del futuro ’ (1997) el físico Freeman Dyson resalta que en la ciencia hay dos tipos de revoluciones, la de las herramientas y la de los conceptos. Lo cual es verdad no solo respecto a la ciencia, sino a todos los procesos de la vida.

En este caso la revolución del cambio se dirime sobre el concepto de la globalización. Así, en las elecciones francesas a la presidencia de la república se reproduce el mismo paradigma que está teniendo lugar en la mayoría de los países: la extrema derecha y la extrema izquierda coinciden en su mensaje nacionalista y anti-globalización.

Estas fuerzas y todos los populismos han hecho suyas los demonios de la anti-globalización. Los triunfos del brexit para sacar al Reino Unido de la UE, y de Donald Trump para ganar la presidencia USA, han estado basados -con distintos matices- en ese mensaje. Su solución está en la primacía nacionalista como recurso dirigido a ganarse el apoyo de las mentes y tribus primitivas.

España también

En España el caso es el mismo: el movimiento de extrema izquierda de Podemos y grupos afines ideológicamente, y los nacionalismos, coinciden en un mensaje de tres ejes: anti-globalización, anti-europeista, y anti-español. Parecen distintos pero son una misma cosa.

España cuenta en Europa y en el mundo, además de por su historia, por su inserción y liderazgo en la UE. La política de globalización de sus empresas es lo que hace que el trabajador de Bilbao, Vigo o Cádiz -y de todas las regiones- tenga empleo gracias a que sus grandes corporaciones compiten globalmente con éxito. Sin ese liderazgo competitivo a nivel global, perderían su empleo, las regiones y el país se empobrecería.

Los demonios están en la fuerza del rechazo al cambio

Pero todo cambio produce un rechazo y ahí es donde entran en juego los demonios del nacionalismo y la anti-globalización. El proceso de cambio a una realidad global es revolucionario por lo que representa de un mundo y una vida nuevos, que ya se ha producido, y al que la sociedad tiene que adaptarse, y para ello tiene que digerir lo que representa el concepto y significado de la globalización.

Le Pen y Macron se disputan la presidencia de Francia

Nadie se ha inventado ni ha diseñado la globalización. Es producto de los propios avances científicos y tecnológicos, que han venido configurando una realidad en la que todo está conectado y todo se ve afectado. Produciendo cambios cada vez más profundos y veloces, y que proyectan una realidad más compleja y sofisticada en nuestra vida cotidiana. Por tanto, lejos de planteamientos simplistas, hay que tener una visión de conjunto, pensar en global. Ese es el desafío del futuro en todos los órdenes, empezando por el intelectual y un cambio de mentalidad dirigente.

En el ámbito de lo fundamental hace que la persona se enfrente a su propio ser, por su dimensión única como individuo, y a la vez como parte del conjunto, donde está su dimensión global. Al margen de que su vida se desarrolle en un municipio o internacionalmente. ¿O es que se puede creer que los programas de las principales universidades del planeta que globalmente ofrecen cursos gratuitos para captar inteligencias de todos los rincones del mundo no afectan a estas localidades, por periféricas que sean, a sus regiones y países? ¿Al futuro de su potencial educativo y de su desarrollo?

El desafío en curso

La revolución del cambio de concepto de lo que representa el proceso de globalización, plantea el desafío de un futuro en curso a los que defienden la libertad, los valores humanos y la democracia. Dar sentido intelectual y real a esta nueva dimensión de nuestra vida, para hacer que el cambio cobre sentido. De lo contrario ganarán los que hacen del sin sentido una fuerza de su poder, y ya sabemos que históricamente las cosas que no cobran sentido conducen a lo peor. El contrasentido es un mal agüero.

Siendo diferentes en su naturaleza, los casos del brexit, Trump, y las propias elecciones francesas, o de España, tienen en común que en las principales democracias del mundo arraigan los populismos, nacionalismos y la extrema izquierda con su mensaje de rechazo al cambio que representa la globalización en sus distintas versiones. Vencer esa resistencia es el principal desafío en curso.

AS © 2017

Autor de la obra ‘Una visión global de la globalización’ (Antxón Sarasqueta, Edi.EUNSA, Universidad de Navarra)

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