La conservación de lo que hemos conseguido en democracia, libertades, convivencia y progreso económico y social, hace que los pueblos inteligentes voten para asegurarse que no lo van a perder. Lo analiza Russell Kirk en su obra ‘The conservative mind’ (ver artículo ‘Por qué la democracia necesita el factor conservador’).
Y este es precisamente el factor más decisivo en las elecciones españolas del próximo 26 de Junio, en las que está en juego nada menos que la supervivencia del propio sistema constitucional. Si ese día el Partido Popular no gana con una mayoría suficiente para poder formar gobierno, y el poder en España pasa a ser dominado por la izquierda radical de Podemos, estaremos ante un proceso acelerado de ruptura constitucional, y ante la más grave crisis de uno de los principales estados de la Unión Europea y de la OTAN.
El objetivo del cambio es destruir el sistema
El cambio no significa echar a Rajoy de la presidencia del gobierno, eso es solo la punta de lanza. El verdadero cambio es echar al PP del poder y abrir la puerta a un proceso de destrucción del sistema y del modelo político español. Por eso este cambio lo lideran los anti-sistema de la izquierda marxista-leninista, que es lo que representan Podemos y su líder Pablo Iglesias.
No importa la careta que se pongan y lo que digan, se ajustan al principio de el fin justifica los medios. Y su fin es conquistar el poder para destruir el sistema constitucional de 1978 y todo lo que ello representa, introduciendo a su vez todos los elementos que conforman un régimen populista de corte totalitario en todas las esferas de la sociedad y las instituciones del Estado.
Podemos es el éxito de la teoría marxista
Podemos y su homólogo griego Syriza que ya ha conquistado el poder, son el éxito de la teoría marxista de la democracia radical propuesta por los teóricos Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en los años ochenta, y una de las principales referencias del líder de Podemos, según él mismo ha reconocido.
La idea es sencilla: en un sistema de democracia liberal, el comunismo no tiene nada que hacer, ha perdido la batalla, pero radicalizando la democracia en todos sus frentes y por todos los medios (ideología del odio, ideología de genero…) este sistema se desconfigura, va perdiendo sus propiedades, valores y fuerza, el propio sistema se corrompe, y son los radicales los que pueden conseguir la hegemonía del poder para configurar su propio sistema.
La teoría ha cuajado con la gran crisis del modelo capitalista, financiera, social y de valores de esta última década. El mérito de estos movimientos ha sido hacer de su proyecto radical totalitario un proceso de activismo continuado (ver guía del proyecto radical en España 2000-20116). Mientras que el fracaso de las fuerzas liberales, socialdemócratas y de centro-derecha es no haberles dado la batalla ideológica y en todos los órdenes (social, educativo, cultural, medios de comunicación, etc). Por el contrario, en casos como el PSOE les han apoyado para conquistar el poder en municipios y comunidades, y durante sus siete años de gobierno Zapatero fue el principal impulsor de este cambio radical.
El voto del 26-J es una prueba de inteligencia básica
Este es el escenario sobre el que van a decidir los españoles en las elecciones del 26-J. ¿Quieren conservar el actual régimen constitucional y de libertades, y su posición en la UE y la OTAN, o quieren abrir un proceso de ruptura como el que proponen la izquierda y los separatistas?
Eso es lo que representa el ‘factor conservador’ del voto del 26-J. Conservar lo mejor que se ha conseguido. Porque por imperfecto que sea el sistema, y el deterioro que se haya producido, que ha sido mucho, cualquier alternativa de la izquierda radical es mucho peor.
Si se conserva lo bueno conseguido se podrá mejorar, pero si no, solo se podrá empeorar. En la práctica se trata de una prueba de inteligencia básica.
AS © 2016
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