Diariamente cientos de centros de estudios y análisis de todo el mundo siguen desde hace más de una década el proceso de radicalización de la democracia española. Porque saben que es el principal proyecto de este orden que está experimentando una de las principales naciones europeas y occidentales.
España cuenta con todos los ingredientes necesarios para el éxito de ese proceso radical. Son cinco. El pacto con los terroristas que les ha permitido gobernar las instituciones; el fin de la socialdemocracia y la radicalización de toda la izquierda; los movimientos secesionistas en Cataluña y el País Vasco; un Estado débil y una creciente desafección de la sociedad hacia la clase política. Y…
El quinto ingrediente requiere una atención especial porque es el menos visible pero es el que más influye en todos los demás. El relativismo se ha impuesto a la regeneración, y ello hace que cualquier voz e iniciativa regeneracionista se vea arrastrada y engullida por la inercia del proceso radical. El relativismo que conduce a la pérdida de valores es la principal arma de las fuerzas radicales y totalitarias para subvertir el orden democrático. El relativismo hace que se instale el ‘buenismo’ y el ‘pensamiento débil’, que conducen a la debilitación de la democracia. Otra de las consecuencias más palpables es la extensión de la corrupción del sistema, que impide su regeneración.
Muchas naciones europeas tienen estos mismos problemas, pero no todos juntos y con la misma intensidad.
Más de una década de proceso radical español
Tanto los atentados del 11-M de 2004 como la etapa de Zapatero en la oposición y en el gobierno han resultado decisivos para desconfigurar la democracia española y su modelo constitucional. El escritor y profesor en la Universidad de Harvard, Michael Ignatieff, lo expuso así: “(El 11M) un grupo terrorista quiso alterar el ritual más importante de la vida política europea, que es ir a las urnas y votar en libertad”. Ignatieff lo sigue estudiando de la siguiente manera: “El 11M supuso un tremendo choque para todo el mundo que aprecia la democracia, tan devastador como el 11S (2001, USA), porque fue deliberadamente organizado por los terroristas para alterar el resultado de unas elecciones democráticas”.
Pero el proceso radical en España ya estaba en marcha antes. Basta con listar el número de iniciativas y eventos de naturaleza radical que se producen diariamente en España y sus localidades, promovidos por ayuntamientos, universidades, sindicatos, partidos políticos, asociaciones y todo tipo de grupos, y se necesitan varias páginas para poder dar cabida a este listado radical.
Los sucesivos movimientos de los anti-globalización, el ‘no a la guerra’ , el ‘prestige’, los ‘indignados’ , ‘podemos’ , los ‘escrache’, manifestaciones anti-sistema, y las diferentes plataformas de activismo popular que emergen en función de cada coyuntura, no son más que partes de un mismo proceso de radicalización y ruptura de la democracia española.
Teniendo España unos buenos servicios de inteligencia y centros de estudios avanzados, los hechos demuestran que el Estado se ha ido debilitando y que los radicales han ido ganando espacio y posiciones en las propias instituciones. Que es uno de los aspectos que más se estudia a nivel internacional.
Los tres factores clave que hacen que esto ocurra
Hay tres factores decisivos para que todo esto esté ocurriendo. Uno, la falta de voluntad y determinación política para hacer frente a este proceso. Otro la desproporción entre los grandes recursos e inversiones de los poderes radicales (que incluyen la alianza anti-imperialista de Venezuela, Irán y Cuba, y otros estados y grupos islamistas), y la escasa inversión que dedican España y sus instituciones, públicas y privadas, a combatir este proceso. El tercer factor es el del propio sistema de información.
Las naciones y grupos que están alimentando el proceso radical español, externas e internas, cuentan con sistemas de información altamente sofisticados, que llegan a desarrollar -incluso en las propias universidades españolas- programas de software para manipular las conciencias. Además del avanzado proceso de sincronización que desarrollan entre sí.
Y este es un dato fundamental para entender el proceso: el de los nuevos sistemas de información. Antes estos sistemas estaban preparados para analizar lo que se observa, y ahora se diseñan para manipular lo que hace que observemos. De forma que la sociedad se acostumbre a procesar como ‘normal’ un paisaje cotidiano dominado por el radicalismo. Se trata de dar apariencia de ‘normalidad’ a lo radical, tal y como se instruye con detalle en las obras-guía del nuevo marxismo.
El paso de la socialdemocracia al socialismo radical sincronizado con todos los movimientos de redes anti-sistema y anti-globalización, forma parte de ese proyecto que fue teorizado por dos ideólogos marxistas, el argentino Ernesto Laclau y la belga Chantal Mouffe, en su libro “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia”, publicado en 1985 y dos años más tarde en España.
Los sistemas de información y el problema de España
La inteligencia de las fuerzas islámicas han desarrollado sistemas de información todavía más sofisticados. En 2006 utilizaron unas caricaturas publicadas en un diario danés que ironizaban sobre Mahoma para montar un proceso de agitación internacional, y provocar una respuesta por la que en menos de una semana supieron qué gobiernos, instituciones y grupos políticos y sociales europeos estaban dispuestos a ceder a su influencia.Consiguieron en pocos días un mapa de alto valor estratégico para sus gobiernos.
Los mundos islámico y chino invierten gran cantidad de recursos no solo en estudiar la información, sino en investigar el propio sistema científico de información que es donde están las claves en el actual juego global de las grandes fuerzas a nivel ideológico, económico, y empresarial.
¿Qué invierten España, su gobierno y empresas, en investigar científicamente el sistema de información -no los sistemas tecnológicos e informáticos que son solo las herramientas- para ganar la batalla democrática frente al radicalismo?
El presidente estadounidense Barack Obama ganó sus segundas elecciones en 2012 sin haber cumplido su principal promesa de cerrar Guantánamo, pero un año antes había exhibido el triunfo de matar a Bin Laden. Objetivo que logró mediante un sistema de información según el cual la certeza no estaba en la prueba visual y física de que en aquel campamento de Pakistan estaba el líder de Al-Qaeda, sino en el propio sistema de información que había llevado a su localización sin tener constancia física de su presencia.
Basta analizar el caso por dentro para comprobar que el éxito estuvo en la inteligencia de saber el funcionamiento del propio sistema de información: solo así pudieron descubrir que únicamente el líder de Al-Qaeda podía utilizar un sistema de información tan sofisticado para protegerse.
Por muchos fallos y graves que se aduzcan a los sistemas de información de las grandes potencias occidentales, ninguna de estas naciones sufre un proceso de radicalismo de su propio sistema como es el caso español. Y este es el problema que diferencia a España. Por algo es el único país de la UE que, entre otros casos, ha llegado a suspender una cumbre ministerial de la UE cediendo a la amenaza de los anti-sistema (Barcelona, 2006).
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