Hay tres grandes falacias que han estado presentes en el debate del Congreso de hoy sobre la abdicación del Rey Juan Carlos, y que tienen efectos letales para el modelo de Estado-nación que representa la Constitución vigente aprobada en 1978.
Estas falacias contienen argumentos diferentes, tienen apariencia opuesta, son defendidos por los independentistas, socialistas y la derecha, pero conducen al mismo resultado: el cambio constitucional. Lo que representa una locura, porque supone de facto el fin del actual régimen, que es el que mayores libertades y progreso ha dado a España. Ver análisis ‘La locura de cambiar la Constitución’.
El ‘gato encerrado’ del mensaje de Duran Lleida
Lo único que no es una falacia es el hecho de que la abdicación del Rey Juan Carlos ha sido aprobada por el 85% del Congreso (299 diputados). Pero si su hijo Felipe quiere salir proclamado como nuevo Rey Felipe VI la próxima semana con más votos del que han apoyado en el Congreso hoy la decisión de su padre, tiene que pactar la ruptura de España que piden los nacionalistas catalanes y vascos.
Esa es la propuesta que encierra el mensaje del portavoz de Convergencia y Unió, Jose Antonio Duran Lleida, hecha más explícita por el grupo vasco: “Si reconoce la nación vasca, el PNV mantendrá su compromiso con la gobernabilidad del Estado“, ha sostenido en su intervención el diputado del PNV, Aitor Esteban.
En la práctica significa poner fin al modelo del Estado-nación que constituye la actual Constitución española y que a su vez es la forma constitucional de la propia Unión Europea.
Por eso merece la pena pararse en los argumentos utilizados por Duran Lleida y también por el lider socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, porque explican muy bien el proceso en el que está inmerso España y la crisis de su sistema.
La falacia de la exclusión nacionalista
Ha dicho hoy en las Cortes el portavoz nacionalista catalán que se abstenían porque España les “excluye”. Lo dice Duran Lleida siendo presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de España, y portavoz de un partido que forma parte además de otras principales instituciones de España, como el Poder Judicial. ¿Como puede alguien que forma parte tan destacada de España y que la representa a nivel internacional sentirse excluido por España?
Pero en la práctica política todo forma parte de un solo y único objetivo: romper el modelo del Estado-nación de la Constitución española.
Puede parecer una paradoja, que se convierte en un proceso esquizofrénico si a tal argumento se añade el hecho de que el primer representante de la política del Estado español en Cataluña, el presidente de la Generalidad, Artur Mas, encabeza un proceso de ruptura con España, que incluye una campaña internacional, mientras su portavoz en las Cortes, preside la comisión de exteriores de la política española.
La teoría de la exclusión expuesta por Duran Lleida es falsa como lo es la de la segunda transición que enarbolan la izquierda y los nacionalistas. Por definición la Transición representa un cambio de régimen, como es de la dictadura a la democracia de las libertades, que dirigió la Monarquía. No puede haber una nueva transición si no hay un cambio de régimen. ¿Pero por qué se introduce la idea de la segunda transición? Porque quienes lo hacen quieren romper con el modelo constitucional vigente. Quieren un nuevo régimen político.
¿Y quién y por qué introducen los socialistas la idea y teoría de esa falsa segunda transición?
La falacia de la segunda transición
La teoría de una falsa segunda transición la introducen los socialistas desde que Rodriguez Zapatero empieza a gobernar en 2004. Por eso desde entonces el PSOE habla de España como “una nación de naciones”, y el propio Zapatero, siendo presidente de la nación, dice que “el concepto de nación es un concepto discutido y discutible”. Solo hace 24 horas el líder de los socialistas catalanes, Pere Navarro, afirmaba esto: “La nueva Constitución debería reconocer que Catalunya es una nación“. Es decir, ya habla de una nueva Constitución, y establece las mismas condiciones que los nacionalistas, que es la ruptura del Estado-nación.
El líder socialista, Pérez Rubalcaba ha hecho valer hoy su condición de partido de “honda tradición republicana”, pero ha añadido que es compatible con la monarquía a condición de que el nuevo rey abra “un nuevo tiempo en la política española” que también pasa por un cambio constitucional. ¿Qué ha destacado en sus principales titulares la propia web del PSOE del discurso de Rubalcaba? Lo siguiente: “Rubalcaba asegura que con la abdicación del Rey se abre un tiempo nuevo en la política española que el PSOE va a intentar aprovechar para que haya cambios y reformas que necesitamos en España”.
La falacia de la ‘normalidad’
La apariencia de normalidad es la otra falacia que se trata de vender como mensaje, y que en sí mismo se delata. Pretender vender el proceso de crisis del sistema político de la nación como “dentro de la normalidad’ es en sí mismo un argumento falaz, porque sería como reconocer que lo normal es que la nación esté en crisis. Dar apariencia de normalidad a un proceso de crisis nacional que ha llevado a la abdicación del Rey, carece de sentido -y de inteligencia.
Pero esta falacia encierra a su vez otra peor y muy estudiada en la teoría política de la democracia, porque es una fórmula para desarmar el elemento vital de la democracia. Su respuesta de la razón crítica. Si las principales instituciones del Estado dicen que estamos ante un proceso normal ¿por qué preocuparse de lo que esté sucediendo o pueda suceder? Peor aún, toda razón crítica es considerada extemporánea y por tanto debe entrar en la marginalidad del sistema.
Cuando estas falacias cobran cuerpo en los estados de opinión es que la razón no importa. Se trata simplemente de un juego de poder. Algo que en democracia todos, sin excepción, lo terminan pagando. Incluidos los que estén en el poder.
AS © 2014
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