Durante los dos próximos años se va a configurar un nuevo mapa político a nivel nacional y europeo. Con cambios sustanciales. Un proceso que ya ha empezado con las elecciones europeas, y al que seguirán otras elecciones locales y nacionales en distintos países, como en España. Así como los referéndums de Escocia y el del Reino Unido sobre su salida de la UE.
Estas elecciones han puesto de manifiesto la crisis del centro-derecha. Aunque ha seguido siendo la fuerza más votada, el Partido Popular Europeo ha perdido 61 escaños respecto al resultado de 2009 y solo ha subido en estas elecciones en uno de los 28 países europeos (República Checa). A lo que hay que añadir la derrota sin paliativos de conservadores y liberales que gobiernan en el Reino Unido.
Mientras el grupo socialista ha perdido en total solo cinco escaños, y al contrario que los populares ha mejorado sus resultados en países como Alemania (+4), Italia (+8) y Rumanía (+5). Al mismo tiempo las elecciones han confirmado el crecimiento del radicalismo a izquierda y derecha, y la mayor fragmentación del Parlamento Europeo. Un panorama que no solo refleja la mayor dificultad para gobernar las políticas europeas, sino un creciente anti-europeismo y un proceso de divergencia de las tendencias sociales en la mayor parte de los países.
Nadie está a salvo del desastre
La debacle del centro-derecha europeista indica una crisis de ideas, valores y liderazgo.
¿Qué modelo político y de valores quiere el centro-derecha para Europa? Todo lo que se reduzca a un modelo tecnocrático, economicista, y de renuncia a los valores éticos y morales que han hecho de Europa un pilar de la civilización del progreso y las libertades, se traduce en fracaso.
Resulta clave observar como el centro-derecha en toda Europa ha ganado en resultados, impulso y fortaleza cuando ha defendido esos valores y entra en declive cuando deja de hacerlo. A nivel interno, de cada uno de sus países, y a nivel de influencia global.
Intelectualmente y humanamente es repudiable ver como Europa ha caído políticamente en la mediocridad, renunciando al liderazgo de la modernidad, que es el motor del cambio y del progreso en todos los ámbitos de la vida, y en todos los rincones del mundo.
Los resultados electorales no son situaciones pasajeras o reversibles, son resultados que marcan unas tendencias conducentes a unas nuevas formas de vida mejores o peores. Y los líderes políticos que carecen de la sensibilidad y la visión de algo tan elemental y trascendental, llevan a sus países y sociedades al desastre.
Nadie está a salvo de estas consecuencias, ni poderosos ni indigentes. Todos sufrimos de una u otra manera las consecuencias. Y solo quienes desconocen la historia y tienen cortedad de miras creen que están a salvo. Creen que se pueden salvar recluidos en los mejores compartimentos del Titanic. Eso le está pasando al centro-derecha español y europeo.
AS © 2014
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