Es el dato más relevante de estas elecciones europeas:
Solo el 25 por ciento de los españoles confía en las instituciones europeas, según las estadísticas de Eurostat 2014. Junto a los británicos, los españoles son los que menos confianza tiene en las instituciones de la UE. [GRÀFICO 1]
Es el dato más significativo ante las elecciones al Parlamento Europeo que tienen lugar este mes de mayo, porque sitúa a los partidos políticos ante un estado de opinión dominado por la desconfianza. [Ver también informe: ‘La desconfianza, mensaje Nº1 de las elecciones europeas’]
Las cifras son reveladoras de un proceso prolongado de declive de la confianza europeista española:
- España ha caído 46 puntos desde el año 2000 en su confianza en las instituciones europeas. No hay otro caso similar entre los 27 países de la UE.
- En el año 2000 los españoles -junto con los italianos- eran los que más confianza tenían en las instituciones europeas como el Parlamento (71%). En la última estadística de Eurostat (2012) esta cifra ya había caído al 25%. [GRÀFICO 2]
- Francia, Alemania e Italia se mantienen en la media europea de la confianza en el Parlamento Europeo, y el Reino Unido apenas ha variado su confianza en las instituciones europeas, ha pasado del 28% (2000) al 24% (2012). [GRÀFICO 3]
- España está 19 puntos por debajo de la media de los 27 países de la UE en confianza sobre el Parlamento. [GRÀFICO 4]
Si la confianza media de los ciudadanos de los 27 países en el Parlamento Europeo es baja (44%), todavía es menor en la Comisión Europea (40%) y en el Consejo de la Unión (36%)
Merece la pena detenerse en los momentos críticos de este declive. Uno es el 2005, que baja doce puntos respecto al año anterior, y otro es en el 2010, que también en un solo año baja catorce puntos.
El proceso de declive de la desconfianza europeista española
Por su propia naturaleza un proceso de desconfianza tan creciente y prolongado en el tiempo refleja un declive de lo que se ha conocido históricamente como ‘europeismo’, representativo de unos valores comunes ideológicos, morales, éticos y de libertades en todos los órdenes. Los que han presidido el proyecto europeo desde su fundación a mediados del siglo XX.
La pregunta clave es que han hecho y están haciendo mal los políticos españoles para que se haya producido este declive. A diferencia no solo de los principales potencias citadas sino de otros países de la UE.
¿Por que Portugal supera la media europea de la confianza en las instituciones europeas, y España está 19 puntos por debajo de esa media? ¿Por qué países como Polonia han crecido en la confianza hacia las instituciones europeas hasta llegar hoy al 60%, más del doble que los españoles? ¿Por qué países nórdicos como Suecia y Finlandia, con fuertes reticencias iniciales para su incorporación a la UE, han crecido en la confianza popular de sus instituciones hasta llegar al 58 y 57% respectivamente, muy por encima de las principales potencias de la UE?
Basta con analizar inteligentemente estos procesos y otros, como el de Polonia, que está en el nivel más alto de la confianza popular sobre las instituciones europeas (60%), para saber que tipo de cambio político tiene que producirse en España. En definitiva, ¿qué proyecto europeo quiere España?
El proyecto europeo y global de España
Fue el entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, quien en una conversación informal en Bruselas, en la que también participaba mi buena amiga Flora Lewis (The New York Times), nos dijo que para liderar Europa había que creer y tener un proyecto europeo, lo que en la era de la globalización hoy es más verdad que nunca. Delors presidió la Comisión Europea durante casi una década y sabía muy bien lo que decía.
No es casualidad que el declive político y económico de España haya coincidido con el declive de la confianza en las instituciones europeas de sus ciudadanos. Y aunque lo fácil es achacarlo a la crisis económica, los hechos demuestran que es un argumento falso, porque los demás países han sufrido lo mismo y no tienen tal grado de desafección europea.
Ni siquiera los países directamente intervenidos por la ‘troika’ como Irlanda o Portugal han sufrido esa desafección hacia Europa. Y hasta Grecia que es el país más afectado por la intervención económica y política exterior, refleja mayor confianza que los españoles en Europa (28%).
La clave por tanto está en el proyecto de Europa que quiere España frente a la globalización, y todo lo demás a nivel de política exterior e interior se tiene que ajustar a ese proyecto.
El ejemplo lo han dado las grandes empresas españolas en sectores como las finanzas, energía o infraestructuras: son líderes europeos y globales, y su negocio está basado en la confianza, no en la desconfianza. Que sería su ruina.
AS © 2014
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