No se trata de ningún sarcasmo o ironía sino de la realidad. Con más del doble de paro España supera a Francia e Italia en el indicador europeo de confianza económica. En el último año España ha subido doce puntos en el índice de sentimiento económico (ESI), según los últimos datos de Eurostat.
No es una paradoja sino un paradigma, que consiste en devaluar el país, ya que no se puede devaluar la moneda, para ganar competitividad. Aunque ello suponga su empobrecimiento y altos costes sociales.
Al mismo tiempo que esta semana se publicaba el Informe Foessa describiendo el creciente empobrecimiento de la sociedad, la Comisión Europea anunciaba que España obtenía su mejor resultado de confianza económica desde 2007. [gráfico 1]
Desde que se inició la crisis España se ha empobrecido en cinco puntos en el barómetro de Euroestat sobre pobreza y exclusión social. “Hoy en España las personas que no padecen ningún problema de exclusión social se han convertido en una estricta minoría” -Informe Foessa 2014. [gráfico 2]
La teoría de la devaluación interna
En 2007 España registraba el 8,3% de parados y hoy el 25,8% (Eurostat). En 2004 España ocupaba el puesto 23 de los países más competitivos del mundo y en la última medición de 2014 ocupa el 35, según el informe del World Economic Forum (Davos) que es el estudio de referencia de la propia UE.
¿Cómo es posible que habiendo aumentando tanto en pobreza, paro, y habiendo perdido tanto en competitividad mundial, España haya ganado en confianza económica?
La respuesta está en la devaluación de España. Antes la devaluación era monetaria. Se devaluaba la peseta y eso hacía mejorar el turismo, las exportaciones y el comercio. Ahora se reducen los sueldos, ingresos y plantillas, lo que repercute en la merma de la propia calidad de todos los servicios.
Para saber esto no hacen falta estadísticas, sino que basta con vivir el día a día y ver como los entornos sociales propios a todos los niveles se han venido devaluando.
Es lo que el ministro de economía, Luís de Guindos, ha llamado la devaluación interna. “Hemos ganado competitividad a través de la devaluación interna”, explicó el ministro con toda claridad hace un mes durante un seminario sobre la eurozona organizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La devaluación interna no significa otra cosa que empobrecerse. Pero también significa infravalorarse. Por eso España viene exportando en estos años a miles de cerebros científicos y profesionales altamente cualificados que son más valorados en otros países, lo que aumenta la devaluación de España porque le resta valor en su capital humano e intelectual.
La devaluación supone perder en innovación
La devaluación de un país también se mide por su declive en innovación que tiene como motor la ciencia y la tecnología, y entre las principales potencias europeas y occidentales, España es el único país que durante la crisis en lugar de potenciar algo tan crucial, como han hecho los demás, lo ha reducido.
El resultado está en el último estudio de la Unión Europea publicado este mismo 2014 y en el que España se queda atrás mientras que Francia, Reino Unido y Alemania figuran entre los líderes de la innovación (Innovation Union Scoreboard 2014).
El informe de la UE explica la tendencia de forma clara: “Aunque España ha mejorado en innovación entre 2006 y 2013, la diferencia con la Unión Europea se ha incrementado desde 2008 cuando alcanzó un nivel del 77% mientras en 2013 había bajado al 75%”.
Para evaluar lo que significa este indicador es necesario saber que se mide por la inversión en ciencia y tecnología, los nuevos graduados en doctorado, las publicaciones científicas (donde España saca la mejor nota) o la formación en conocimiento (en las que saca las peores). Es decir, se mide todo el conjunto de ciencia, conocimientos, recursos y formación que generan innovación.
Es mejor ‘poner en valor’ un país que devaluarlo
Por eso, el ejemplo más práctico de la teoría contraria a la devaluación como fórmula de éxito, es el de las empresas españolas de dimensión multinacional. En las que sus millones de inversores de todos el mundo no invierten solo por un precio atractivo de sus acciones, sino sobre todo por su potencial competitivo para generar innovación, crecimiento, oportunidades y riqueza, y por la excelencia en la dirección y gestión de sus compañías. Que al final se materializa en negocio, rentabilidad y progreso de la sociedad.
Si algo ha calado en el mundo directivo y empresarial es el mensaje de ‘poner en valor lo que tiene valor’. No la devaluación.
¿Alguien cree posible que una empresa puede competir, ganar mercado internacional y generar progreso liderando sectores mundiales energéticos o financieros si su mensaje de venta es la devaluación?
Pero la devaluación de un país y su sociedad no solo empobrece y daña su cohesión social, sino que afecta a la credibilidad de sus instituciones y a su propio sistema de valores.
El organismo de estudios sociológicos de la presidencia del gobierno (CIS), revelaba en marzo de 2004 que entre los principales problemas a juicio de los españoles el de la corrupción y el fraude representaba el 0,4%, y según el mismo estudio publicado en marzo de 2014 hoy representa el 44,2%. Después del paro es el segundo principal problema percibido por los españoles. Todo esto forma parte de la devaluación de un país. [gráfico 3]
Es mejor el modelo de generar confianza haciéndose valer, como son los casos del Reino Unido o Alemania, que mediante la devaluación del país.
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