Expuse esta tesis en mi intervención ante el Foro de la Sociedad Civil al día siguiente de celebrarse las elecciones del pasado 20 de Noviembre, a petición de su presidente, Ignacio Camuñas. Partiendo de una variable que llamo “la fuerza del cambio”.
Si se contabilizan todas las elecciones de ámbito nacional celebradas en España desde 1993 hasta hoy (locales y autonómicas, europeas, y generales), se comprueba que el triunfo del centro-derecha está respaldado por una fuerza electoral que es el doble que la obtenida por los socialistas. En este periodo se han celebrado quince elecciones, diez ganadas por el PP y cinco por el PSOE. Con resultados sobre el censo electoral, el promedio de la diferencia de apoyo a los dos partidos en sus respectivas victorias es de 4,7 puntos para el PP y de 2,2 al PSOE (ver gráfico).
Esta fuerza del cambio se ha visto confirmada no solo por el vuelco electoral producido el 20-N, sino porque este resultado consolida una tendencia creciente de cambio que se inició en 2009 con la victoria del PP en las europeas, seguidas este año de las municipales y autonómicas donde los populares arrasaron, pues ganaron en catorce de las quince consultas autonómicas, y en dos de cada tres capitales de provincia.
El PP es la fuerza de centro-derecha que hoy cuenta con mayor respaldo popular entre las grandes naciones europeas, para liderar un gran cambio frente a la crisis. Esa es la oportunidad del nuevo gobierno de Mariano Rajoy, y de España. Si el cambio fracasa, el PP habrá malgastado la fuerza del cambio y España habrá perdido su última oportunidad de situarse entre las potencias que emergen de la crisis.
La nueva dimensión del cambio
Pero el cambio como oportunidad implica entender la nueva dimensión del cambio. En la sociedad de la información el cambio es de otra naturaleza, magnitud, y velocidad. Lo que supone una nueva mentalidad y cultura política.
La naturaleza de la sociedad es la información, materia intangible. La información opera en tiempo real, y eso hace que la velocidad sea muy superior a los cambios políticos, burocráticos, y legislativos. Mientras que la profundidad y magnitud del cambio respecto a lo que era la sociedad industrial, lo está experimentando cada ciudadano en su vida cotidiana. La fuerza del cambio es exponencial.
Estos datos ilustran la dimensión exponencial del cambio: el número de usuarios de Internet se ha multiplicado por seis en los últimos diez años, hasta superar los dos mil millones actuales; solo en el último año la ciencia ha descubierto más de cien nuevos planetas; todos los días salen cambios revolucionarios que transforman la vida, los negocios, y el pensamiento; y más de un millón de cerebros en todo el mundo están inventando el futuro las 24 horas del día con los más poderosos recursos científicos, tecnológicos, y económicos.
Cualquier cambio político y social se hace sobre una realidad de esta dimensión. De hecho una de las causas de la agudización de la crisis europea es el desfase que hay entre la velocidad de los mercados económicos y financieros, que operan en tiempo real, con las decisiones políticas, que actúan en tiempo burocrático. Con el resultado para los gobiernos y sus países de verse desbordados, y tener que cambiar constantemente de decisiones porque se ven superados por la realidad de los hechos.
El cambio solo será una oportunidad para España si da un salto a la sociedad de la información, y se convierte en motor y referencia de la innovación. Si pone en marcha un cambio futurista. Si pone en valor su ser nacional para liderar y competir globalmente.
El cambio político y el futuro de España
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