Lo que hace fuerte a la democracia es su sociedad civil no sus gobiernos ni el poder político. Como en otras épocas, hoy también la crisis del sistema y el deterioro de la vida pública se refleja en el hundimiento de la credibilidad de la clase política. En España la clase política ya está considerada como el tercer problema para los españoles, con el 20 por ciento, detrás del paro y la economía (Barómetro del CIS, 1/2011).
El experimento socialista en España ha hecho del sistema un modelo entrópico sin capacidad de autoregeneración, y como respuesta vienen creciendo los grupos sociales que tratan de potenciar el espacio -y protagonismo- de la sociedad civil. Un fenómeno que por otra parte es global y expansivo. Producto, además del creciente rechazo y desapego de la clase política (y mediática), del desarrollo tecnológico que facilita poderosas herramientas de comunicación personales y organizativas.
Por eso merece la pena reflexionar sobre la necesidad de dotar al concepto clásico de la sociedad civil, una nueva visión acorde con lo que representa la globalización y la sociedad de la información. De lo contrario puede llegar a desnaturalizarse el propio concepto de sociedad civil, como ya está ocurriendo. Basta entrar en Internet y se comprueba que en la sociedad civil cabe todo y se mezcla todo. A este concepto se asocian organizaciones medioambientales, sindicatos, ONGs, lobbys, grupos de género, étnicos, de lucha contra la pobreza, y hasta la propia ONU incluye a la sociedad civil en sus programas. Todo cabe en este concepto colectivista de sociedad civil, hasta los gobiernos y los poderes públicos.
Contra la sociedad tutelada
Pero nada de eso responde al ser, la conciencia, y la función que tiene la sociedad civil. Etimológicamente la Academia Española lo define muy bien: la sociedad civil se sitúa “en el ámbito no público” y es “una sociedad de los ciudadanos y sus relaciones y actividades privadas” (RAE). Es el ser que han venido dando los clásicos y los pensadores modernos a lo que representa la sociedad civil en defensa del bien común y frente a los abusos del poder político.
De la conciencia de la sociedad civil emana su defensa de la igualdad frente a los privilegios de la clase política; la transparencia frente a la opacidad y la corrupción; la defensa de la libertad individual y los derechos de la persona como tal; la demanda de elecciones libres y directas; la promoción del conocimiento y el progreso; la defensa de los derechos humanos; de la seguridad jurídica frente a la arbitrariedad; y el control político. Es la sociedad la que tiene que controlar al poder político, y no al revés, como ya ocurre en España.
La fuerza y energía de la sociedad civil nace de esta conciencia, que si no arraiga en los individuos no se traslada a la vitalidad de la sociedad. Son estos valores de la sociedad civil los que le dan una función protagonista en el debate y la vida pública. Son valores propios de la democracia liberal, y ese es el modelo que le toca vigilar, defender, y promover a la sociedad civil, sin dejarse invadir por las teorías y prácticas de democracias populistas o socialistas que utilizan todos los medios para su único fin, el de una sociedad tutelada.
Una de las principales perturbaciones intelectuales e ideológicas en los últimos años es confundir lo popular con lo populista. La sociedad civil es en sí misma el pueblo, mientras que la llamada democracia populista o socialista es la tutela y control de la sociedad. La tiranía de lo políticamente correcto. [ Ver artículo La sociedad popular publicado en 2003 ]
Por otra parte, la sociedad civil no es una institución, es una constitución. Un cuerpo vivo constituido por personas, y por tanto únicas, que hacen de sus derechos de libertad y autonomía la razón de participar y organizar su vida y su futuro. Sin admitir que lo hagan otros. Es lo que hace que la sociedad civil se distinga por su espíritu crítico.
Otros artículos del autor relacionados con el tema:
• Una sociedad consciente
• Una sociedad alineada
• El valor de una sociedad moderna
• Apaciguar a la sociedad
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