La amistad humana es un antídoto contra la crisis de valores que hoy vive la sociedad occidental y sus democracias. La amistad es el termómetro de una sociedad libre.
Una de las características más representativas del deterioro de un sistema democrático y de libertades es su efecto en las relaciones humanas de amistad. Porque si no, se impone la desconfianza y el todo vale.
Quien ha vivido o vive las experiencias políticas radicales, populistas, o del terrorismo, sabe que se descomponen las relaciones de confianza en todos los ámbitos sociales. Familiares, amistosos, profesionales. Como ocurre en la guerra o en los regímenes totalitarios. Chivatazos, denuncias, traiciones, delaciones, el cambiarse de acera para no cruzarse con la -antigua- amistad, el dejar de asistir a los mismos lugares que antes eran compartidos por los amigos.
Puede decirse que la amistad es el termómetro de una sociedad libre. La amistad forma amistad, fortalece el ser interior, las relaciones de comunidad, el espíritu e ilusión por lo que compartimos. Decía Aristóteles que “la amistad es un alma en dos cuerpos”.
La amistad es una relación de confianza y lealtades compartidas en los buenos y malos tiempos. En las situaciones favorables y adversas.
Es verdad que de la amistad también se hace un negocio. En estas fechas navideñas las empresas y comercios utilizan la amistad para vender objetos de regalo, las compañías de telecomunicaciones hacen su agosto con mensajes SMS de amistad, las compañías de Internet aumentan su tráfico por los amigos que quien hacer más amigos. Pero es mejor hacer negocio con la amistad que hacer negocio político de la división social y de la destrucción de valores.
La amistad es consistencia y fortaleza interior. Es un placer íntimo poder decir este es “un viejo amigo o amiga o una vieja amistad”. Revela que ha aguantado años y todo tipo de experiencias. Revela que la amistad ha estado por encima del tiempo, de las distancias, y de cualquier fenómeno de influencia en las relaciones personales. Pero, además, la amistad no es cuestión de tiempo, sino de ideas, valores, sentimientos, experiencias, conocimientos. Es decir, todo lo que engloba el ser de la persona. La amistad es poesía, arte, conflicto, heroísmo, desilusión, recuerdo, y enseñanza.
La amistad no tiene ni edad ni sexo. Es un precioso y preciado valor humano. Por eso quiero dedicar este artículo a la amistad -y a mis amigos- como forma de combatir la crisis de valores, cuyo único resultado es el empobrecimiento y debilitamiento de la sociedad.
Creer en la amistad es creer en el ser humano. Que es lo opuesto al sectarismo ideológico y político. Intelectualmente se debate con los amigos, y se combate a los enemigos.
Hay que elogiar cada día valores como la amistad para reivindicar lo mejor de la condición humana.
La amistad es la vida gozada.